En España la forma de entender la vivienda está viendo una revolución debido a la emergencia climática y energética, especialmente entre los más jóvenes. Este cambio de perspectiva generacional se apoya en que, en general, los Millennials (nacidos aprox. 1981-1996) y la Generación Z (aprox. 1997-2012) lideran la concienciación medioambiental por haber incorporado la sostenibilidad entre una de sus principales inquietudes.
Esta preocupación también se traslada al sector inmobiliario, donde se puede ver un contraste entre las exigencias en sostenibilidad entre las generaciones más jóvenes, en las que 7 de cada 10 la posicionan como factor prioritario en las viviendas, frente a los Baby Boomers o la Generación X, que asumen la urgencia ambiental en los hogares de una manera más gradual.
En el panorama español, al factor medioambiental debemos incorporar la situación de un parque inmobiliario antiguo e ineficiente. De hecho, según el portal Idealista, la construcción española tiene una edad media de 45 años y una etiqueta energética de ‘E’. Al mismo tiempo, no se puede ignorar la dificultad de emancipación entre las nuevas generaciones: actualmente, según el Banco de España, solo un 31,8% de los menores de 35 años tienen una vivienda en propiedad, lo que supone una enorme brecha frente al 69,3% a la misma edad en 2011. En otras palabras, el potencial de impulso de mejora de edificios existentes en materia de sostenibilidad y eficiencia energética se concentra principalmente entre aquellos que tienen menos recursos patrimoniales, creando una polarización adquisitiva cada vez más significativa.
Millennials y Gen Z: Centrados en las soluciones verdes
Los millennials y la generación Z sitúan la vivienda sostenible en el centro de sus expectativas. Según la Encuesta Deloitte Global 2024, al 60% de los jóvenes les preocupa la sostenibilidad. En la práctica, esto se traduce en una búsqueda de vivienda ecoeficiente: materiales de construcción saludables, buen aislamiento térmico, sistemas de energía renovable, domótica para ahorro de agua y electricidad, etc. Este interés se suma a la disposición de los más jóvenes a adoptar una actitud más verde en su día a día, con prácticas como la reducción del consumo de energía o la demanda de medidas climáticas por parte de administraciones y empresas.
El mercado inmobiliario ya está viendo el impacto de estas iniciativas: un alza en las presiones a las empresas para promover edificios eficientes. Según el Observatorio de Vivienda y Sostenibilidad de UCI (2023), el 78% de los compradores de vivienda españoles pagaría un sobreprecio por vivir en un hogar sostenible, llegando a aceptar un crecimiento medio del precio de un 7,3%.
Del mismo modo, estudios globales indican que el 60% de los millennials y el 58% de la Gen Z están dispuestos a pagar más por productos ecológicos, un indicio de que priorizan la calidad ambiental frente al coste.
Baby Boomers y Gen X: una conciencia medioambiental gradual
Las generaciones más mayores (Gen X: 1965-1981 y Baby Boomers: 1945-1965) también han incorporado la sostenibilidad en su vida, aunque a un ritmo más lento. Su cambio parte de un contexto de menor preocupación por el medioambiente, por lo que suelen mostrar una menor predisposición a la hora de costear los altos estándares verdes. Sin embargo, la tendencia es creciente, ya que la mediana edad es la que ha protagonizado el aumento de reformas orientadas a mejorar la eficiencia en viviendas, motivadas por el confort térmico y el ahorro energético. Casi la mitad de los baby boomers encuestados (46%) afirma que pagaría más por un producto sostenible, reflejo de cómo la conciencia se difunde a todas las edades.
Así, aunque inicialmente los jóvenes lideran la demanda de sostenibilidad, las generaciones previas también se suman progresivamente a este movimiento a nivel práctico, especialmente cuando reciben estímulos claros (regulaciones, incentivos económicos, presión social).
Factores que impulsan el cambio
Hay varios motivos para explicar el cambio intergeneracional hacia viviendas más sostenibles:
- Educación: Las generaciones más mayores crecieron en un mundo con recursos aparentemente ilimitados, por lo que su concienciación ha venido dada a través de los cambios producidos en la sociedad durante su adultez. En cambio, los jóvenes han recibido información sobre el cambio climático desde la educación temprana y han participado en movimientos globales (ej. Fridays for Future). Esta mentalidad colectiva ejerce presión pública para que las normativas y las empresas se alineen con la ecología.
- Regulación: A nivel nacional y europeo ha habido un endurecimiento de las normas sobre la eficiencia en la construcción. Por ejemplo, la Directiva (UE) 2024/1275 (EPBD) obliga a reformar antes de 2030 los edificios ineficientes, con el objetivo de recortar las emisiones del sector construcción en al menos un 16 % respecto a 2020. Estas leyes exigen a propietarios e industrias adoptar soluciones sostenibles.
- Incentivos económicos. Los paquetes de ayuda europeos (fondos NextGeneration EU) han destinado miles de millones a la rehabilitación de viviendas. En España, se han aprobado ya decenas de miles de proyectos: el Gobierno contabiliza unas 197.000 actuaciones aceptadas y otras 317.000 en estudio con fondos de recuperación, superando la meta inicial de 410.000 viviendas a reformar para 2026. Además, existen deducciones fiscales muy atractivas: por ejemplo, las obras que reduzcan al menos un 30 % el consumo energético del edificio pueden bonificarse hasta con el 60 % de su coste. Estos apoyos hacen más asequible reformar energéticamente la vivienda.
- Crisis energética. La fuerte subida de los precios de la energía en los últimos años ha incrementado la urgencia de mejorar el aislamiento y generar energía propia. Ante una factura inasumible, tanto hogares como administraciones buscan soluciones eficientes. En este contexto, las viviendas verdes son vistas como una forma de protegerse contra futuras crisis de energía y de cumplir compromisos medioambientales.
- Avance tecnológico: El abaratamiento de tecnologías limpias y nuevos materiales aislantes permiten hoy construir y reformar de manera más sostenible sin encarecer excesivamente los proyectos. Los jóvenes, como nativos digitales, valoran especialmente la domótica y los sistemas inteligentes de control energético que mejoran el confort y reducen desperdicios.
En conjunto, todos estos factores retroalimentan el interés general por la rehabilitación: la conciencia ambiental une a la regulación y los incentivos, generando un caldo de cultivo propicio para renovar los edificios antiguos.
Oportunidad para acelerar la rehabilitación del parque inmobiliario
La convergencia de estas tendencias representa una gran oportunidad para modernizar masivamente el parque edificado español. La rehabilitación energética no solo disminuye emisiones y facturas, sino que moviliza la actividad económica con puestos de trabajo especializados. En la práctica, la demanda de las generaciones jóvenes puede ser el detonante que acelere las reformas pendientes. Cada piso o edificio antiguo que se adapta a las exigencias de millennials y Gen Z (más luz natural, espacios saludables, eficiencia, accesibilidad, etc.) supone un paso hacia la descarbonización urbana.
El propio Gobierno se ha marcado objetivos ambiciosos: rehabilitar 300.000 viviendas al año antes de 2030, para alcanzar los compromisos climáticos. El empuje generacional facilita alcanzar esas metas. Además, existen subvenciones locales y estatales además de las europeas, como el plan MOVES para autoconsumo y climatización eficiente, o ayudas de municipios para mejorar el aislamiento. Aprovechar estas ayudas se ha convertido en un factor clave para los ciudadanos.
Obstáculos que frenan el impulso del sector
Aunque los factores mencionados anteriormente muestran un gran potencial en el sector de la rehabilitación y la reforma, la realidad es que existen muchos motivos sociales que favorecen a que proyectos de mejora de eficiencia energética no salgan adelante y dificultan alcanzar los objetivos establecidos. Una vez más, no podemos ignorar que existen razones diferentes marcadas por la diferencia generacional que muestran una necesidad de establecer estudios y medidas adaptados a cada estrato social si se quiere superar este bloqueo.
A pesar de su elevada conciencia ambiental, millennials y Gen Z enfrentan grandes obstáculos para materializar su compromiso con la sostenibilidad en el ámbito residencial. Algunos de los principales son:
- Precariedad laboral y salarios bajos: Una parte importante de los jóvenes cuenta con contratos temporales, ingresos por debajo del sueldo medio o empleos inestables, lo que reduce su capacidad de ahorro y planificación a medio plazo. Según el INE, el sueldo modal en España se situó en 2024 en 14.586,44 euros brutos anuales, lo que se traduce en 1.103 euros brutos al mes.
- Acceso a la vivienda en propiedad: Solo el 25% de los jóvenes nacidos entre 1985 y 1995 posee una vivienda a los 30 años, frente al 65% de los nacidos en décadas anteriores. Esto significa que gran parte de este grupo de población vive en régimen de alquiler, lo que los deja fuera de las decisiones de inversión y mejora del inmueble. El precio medio del alquiler en España alcanzó los 1.074 euros mensuales en el primer semestre de 2024, un 13,6% más que en el mismo periodo del año anterior. Si tenemos en cuenta el sueldo modal neto mencionado anteriormente, supondría que el 97,37% de salario mensual se destinaría al alquiler si vivieran solos. La subida sostenida de los precios del alquiler en las principales ciudades impide tener una capacidad de ahorro constante y ha obligado a muchos jóvenes a compartir vivienda o retrasar su emancipación, dificultando aún más su acceso a proyectos de reforma.
- Baja tasa de emancipación: La tasa de emancipación juvenil en España ha alcanzado niveles históricamente bajos. Según el Consejo de la Juventud de España (CJE), en el primer semestre de 2024, sólo el 14,8% de los jóvenes menores de 30 años vivían independizados, marcando el nivel más bajo desde que se tienen registros en 2006. Esta cifra representa una disminución significativa respecto al 26,1% alcanzado en 2007.
Por su parte, los baby boomers y la generación X sí disponen en general de una mayor proporción de vivienda en propiedad, pero encuentran otras limitaciones que frenan la rehabilitación:
- Pérdida de poder adquisitivo: La inflación y el aumento del coste de vida, especialmente tras la pandemia y la crisis energética, ha reducido la capacidad de gasto en reformas, especialmente entre los jubilados. En 2024, más de seis millones de trabajadores en España perdieron poder adquisitivo, a pesar de que los precios solo aumentaron un 2,8%.
- Desconocimiento de ayudas públicas: Más del 60% de la población española desconoce que existen ayudas públicas para financiar obras de rehabilitación energética de viviendas. Esta falta de información dificulta que las personas mayores accedan a estas ayudas, perdiendo oportunidades de mejora asequible.
- Temor al endeudamiento o rechazo al crédito: A menudo, la percepción de que una obra es cara o difícil de financiar desincentiva cualquier planteamiento de reforma, incluso cuando hay ayudas disponibles.
- Resistencia al cambio o falta de interés: Algunos propietarios, especialmente de más edad, no perciben la urgencia del cambio climático o priorizan el mantenimiento mínimo de la vivienda, lo que limita la incorporación de criterios de eficiencia y sostenibilidad.
- Tramitación compleja y falta de apoyo técnico: Los plazos de más de un año en el pago de las ayudas del programa Next Generation EU desaniman a las comunidades de vecinos a realizar reformas energéticas. La complejidad en la tramitación y la falta de apoyo técnico dificultan la ejecución de proyectos de rehabilitación.
En conclusión, el cambio generacional en la percepción de la sostenibilidad está inyectando un nuevo impulso al sector de la rehabilitación en España. Millennials y Gen Z exigen edificios más sanos y eficientes, y en ello encuentran un potente aliado en las regulaciones e incentivos actuales. ANERR considera que esta confluencia de factores es la oportunidad perfecta para dar un salto cualitativo: aprovechar el empuje juvenil y las herramientas públicas para transformar el parque inmobiliario en un conjunto de viviendas renovadas, confortables y sostenibles. Sin embargo, el impulso solo se producirá cuando se tomen medidas integrales que ayuden a todas las generaciones a aumentar el poder adquisitivo y el acceso a la vivienda. Solo así se avanzará hacia los objetivos climáticos, mejorando al mismo tiempo la calidad de vida de la población.