El gas radón es un enemigo silencioso que puede estar presente en nuestros hogares sin que lo sepamos. Este gas radioactivo, incoloro e inodoro, se origina de forma natural en el subsuelo y puede acumularse en el interior de las viviendas, especialmente en plantas bajas y sótanos. Su presencia en concentraciones elevadas está asociada a un mayor riesgo de cáncer de pulmón, siendo la segunda causa tras el tabaco. De hecho se estima que alrededor de 2.000 casos anuales de cáncer de pulmón en España están relacionados con la exposición al radón en viviendas.
¿Cómo entra el radón en nuestras viviendas?
El radón se filtra desde el suelo a través de grietas en los cimientos, juntas de dilatación, huecos alrededor de tuberías y otros puntos de entrada en la estructura del edificio. Una vez dentro, si la ventilación es insuficiente, puede acumularse y alcanzar concentraciones elevadas.
Desde la entrada en vigor del Real Decreto 732/2019, que modifica el Código Técnico de la Edificación (CTE), se establece la «Sección HS 6: Protección frente a la exposición al radón». Esta normativa establece medidas de protección frente al radón en nuevas construcciones ubicadas en zonas con riesgo significativo. Sin embargo, muchas edificaciones existentes no cuentan con estas protecciones, lo que las hace susceptibles a la acumulación de radón.
Rehabilitación: Una oportunidad para mitigar el radón
La rehabilitación y reforma de viviendas ofrecen una oportunidad única para implementar medidas que reduzcan la concentración de radón en su interior. Al intervenir en la estructura del edificio, es posible incorporar soluciones que impidan la entrada del gas o faciliten su evacuación, mejorando así la salubridad del ambiente. Algunas de las soluciones más efectivas para reducir la concentración de radón en viviendas durante su rehabilitación incluyen:
- Instalación de barreras anti-radón: Consisten en láminas impermeables que se colocan entre el terreno y los elementos constructivos en contacto con él, impidiendo la infiltración del gas.
- Sistemas de despresurización: Se instalan tubos perforados bajo la solera conectados a un sistema de extracción que elimina el radón antes de que entre en el edificio.
- Mejora de la ventilación: Aumentar la ventilación natural o instalar sistemas de ventilación mecánica ayuda a diluir y expulsar el radón acumulado en el interior.
- Sellado de grietas y fisuras: Reducir las vías de entrada del radón mediante el sellado de grietas en cimientos, suelos y paredes complementa otras medidas de mitigación
La Guía de Rehabilitación frente al Radón, del Código Técnico de la Edificación proporciona información detallada y soluciones prácticas para abordar este problema en edificaciones existentes.
Zonas con mayor concentración de gas radón en España
- Galicia: Es la comunidad autónoma más afectada, con aproximadamente el 70% de su territorio clasificado como de alto riesgo por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Provincias como Ourense y Pontevedra presentan las concentraciones más elevadas, con hasta un 25% de las viviendas superando los 300 Bq/m³, el umbral de referencia establecido por la Unión Europea.
- Extremadura: Alrededor del 47% de su superficie se considera de riesgo elevado. Municipios en el norte de la región muestran niveles significativos de radón.
- Comunidad de Madrid: El 36% de su territorio está clasificado como zona de actuación prioritaria. Áreas como la Sierra de Guadarrama, incluyendo municipios como Villalba, Torrelodones y El Escorial, presentan concentraciones elevadas debido a la presencia de suelos graníticos.
- Castilla y León: Con un 19% de su superficie en riesgo, provincias como Zamora, Salamanca, Ávila y el sur de León destacan por sus niveles elevados de radón
- Canarias y Cataluña: Ambas comunidades tienen aproximadamente un 16-19% de su territorio clasificado como de riesgo. En Cataluña, las zonas más afectadas incluyen el Maresme, el Empordà y áreas del Pirineo.
Aunque los mapas de concentración de radón proporcionan una visión general del riesgo, la única manera de determinar la exposición real en una vivienda es mediante mediciones directas. Factores como el tipo de construcción, la ventilación y las características específicas del terreno pueden influir significativamente en los niveles de radón en interiores. Por ello, se recomienda realizar mediciones especialmente en zonas identificadas como de alto riesgo.
La importancia de la medición y el seguimiento
Antes de iniciar una rehabilitación, es fundamental realizar una medición de la concentración de radón en la vivienda. Si los niveles superan los 300 Bq/m³, se deben implementar medidas correctoras. Tras la intervención, es recomendable repetir la medición para verificar la eficacia de las soluciones aplicadas.
La rehabilitación de viviendas no solo mejora la eficiencia energética y el confort, sino que también es una oportunidad para garantizar la salud de sus ocupantes mediante la mitigación del gas radón. Desde ANERR, animamos a profesionales y propietarios a considerar estas medidas en sus proyectos de reforma, contribuyendo así a hogares más seguros y saludables.