El sector de la rehabilitación en España avanza, pero a un ritmo insuficiente. Actualmente, solo se restaura el 10% de lo que la Unión Europea recomienda, una cifra que evidencia el retraso acumulado en la modernización del parque inmobiliario. A pesar de las ayudas disponibles, los procesos se ralentizan por las reticencias de los propietarios y las dificultades de gestión en las comunidades de vecinos.
“Hay ayudas muy buenas, pero persisten las dudas y eso retrasa la toma de decisiones”, explica Alfredo Sanz Corma, presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España.
A ello se suma el valor simbólico y cultural de muchos inmuebles antiguos. “Edificios que antes se consideraban demasiado viejos hoy los entendemos como un patrimonio único e irrepetible, que aporta identidad y valor añadido a nuestras ciudades”, destaca desde Murcia el doctor arquitecto Víctor Martínez.
Rehabilitar sin frenar la vida urbana
Buena parte de estas construcciones se concentra en cascos históricos, donde compatibilizar las obras con la vida cotidiana de los vecinos supone un auténtico desafío. El ejemplo de la Sagrada Familia, en Barcelona, ilustra esta dificultad: “Se instalan piezas enormes prefabricadas mientras el templo sigue abierto al público”, apunta Sanz Corma.
El interés por la rehabilitación patrimonial y residencial está creciendo, pero aún muy por debajo de las necesidades reales. Se calcula que diez millones de viviendas en España superarán los 60 años de antigüedad en 2030, lo que exigirá una actuación masiva en poco tiempo para mantener su seguridad, eficiencia y valor.
Faltan profesionales especializados
A la lentitud en la toma de decisiones se añade otro obstáculo: la escasez de mano de obra cualificada. La Confederación Nacional de la Construcción estima que faltan unos 700.000 trabajadores en el sector. Y no solo hacen falta más manos, sino también profesionales especializados en restauración histórica y técnicas tradicionales.
“Necesitamos técnicos formados en oficios antiguos para conservar nuestro patrimonio con rigor”, subraya Martínez.
Un reto y una oportunidad
Actualizar los edificios no solo contribuye a preservar el patrimonio arquitectónico, sino que también mejora la eficiencia energética, reduce emisiones y revaloriza las viviendas. La clave, según los expertos, está en atraer a las nuevas generaciones hacia la construcción, un sector que combina identidad, sostenibilidad y bienestar.