Un equipo de la Universidad de La Laguna (Tenerife), junto con su empresa derivada EnergyRIS, ha creado y validado un modelo innovador que mejora notablemente cómo se reparte la energía entre los miembros de edificios residenciales y comunidades energéticas. Este avance supone un paso adelante en la eficiencia, sostenibilidad y justicia del autoconsumo colectivo.
Un algoritmo que se adapta al consumo real de los usuarios
El núcleo del sistema es un algoritmo de optimización que permite distribuir la energía de forma dinámica, basándose en previsiones de consumo obtenidas mediante redes neuronales avanzadas del tipo LSTM (Long Short-Term Memory). A diferencia del modelo actual, que exige fijar los coeficientes de reparto con antelación, esta nueva herramienta permite ajustarlos cada día según los hábitos reales de consumo de cada usuario, lo que mejora la eficiencia del sistema.
Simulación real con datos de usuarios en Tenerife
La validación del modelo se realizó utilizando datos reales de consumo y producción fotovoltaica de 59 usuarios en Tenerife, en el marco de un proyecto de comunidad energética. Se probaron diferentes configuraciones, tanto con sistemas de baterías como sin ellos, para analizar el impacto del almacenamiento en la gestión energética.
Más autoconsumo, ahorro económico y reparto justo
Los resultados son prometedores: gracias al uso combinado de baterías físicas y asignaciones dinámicas, se logró aumentar el porcentaje de autoconsumo hasta un 90%, duplicar los ahorros anuales y mejorar el equilibrio en la distribución de la energía entre los miembros de la comunidad.
Según los investigadores, el autoconsumo, ya sea individual o colectivo, es la clave para reducir costes en el sector residencial. Además, destacan que las baterías reales (físicas) ofrecen mayores beneficios frente a las llamadas «baterías virtuales», y representan una solución viable incluso para su uso compartido dentro de comunidades de vecinos.
Un impulso para la transición energética desde lo local
Este avance sitúa a las comunidades energéticas como actores fundamentales en la transición hacia un modelo energético más sostenible. Al integrar el almacenamiento colectivo, se abre la puerta a nuevas aplicaciones tecnológicas y líneas de investigación, que permitirán una gestión más eficiente de la energía renovable compartida en contextos urbanos y residenciales.